Entre el desastre del bloqueo israelí y la locura de Hamás, sobreviven dos millones de personas. Conocí allí a personas extraordinarias que no se rinden y a quienes dedico este pequeño homenaje:
El emprendedor que trabaja 60 horas a la semana en su granja de pollos en la quinta planta de un edificio de viviendas.
La trabajadora sin contrato de manufacturas agrícola, que mantiene a 6 hijos y su marido en paro.
Los niños que venden mandarinas en sus carritos tirados por burros escuálidos.
Los y las Cooperantes internacionales, que dedican sus mejores años profesionales y lejos de sus familias y amistades.
Al excelente técnico local de agua de la organización Job Creation, buscando eficiencia en el uso de agua, tan hurtada por Israel
Tantos universitarios locales en paro, que nunca en su vida han podido salir de la Franja y se esfuerzan en seguir aprendiendo.
Las ONG Palestinas e incluso israelís, como Gisha, que defienden los derechos de movimiento de los Palestinos.
La cooperativa agrícola de Jan Yunis, que sigue innovando en medio de las restricciones de exportación
A aquella feminista musulmana, sin velo como reivindicación de libertad ante la opresión patriarcal
A un señor mayor, que dice en bajito que podrían convivir con los israelitas como buenos vecinos.