¿Tiene sentido que un consultor del «Norte» se desplace 8.000 km a un país del «Sur Global»?



Mi primera reflexión hace años fue: «¡no, imposible»!. Pero luego empecé a profundizar y pensé que «tal vez». Hoy en día, mis experiencias me han llevado a pensar que sí puede valer la pena porque:
– a menudo la distancia entre universitarios locales y su propio pueblo es mayor que la de alguien externo y ese pueblo, debido al clasismo, la jerarquía, cuando no el desprecio.
– con gran esfuerzo es posible entender muchas cosas: su forma de expresión no abstracta, su historia, sus problemas, sus capacidades, su sentido del humor, comer su comida, aprender a escucharles, aprender algo de sus idiomas…
– los salarios de técnicos locales a veces son más altos que consultores externos (no todos…), debido a la escasez de esos técnicos. También los requisitos de alojamientos pueden ser menores por gente externa, si es más austera.
– la objetividad e independencia puede ser mayor desde fuera, libre de condicionantes laborales, políticos o de etnia.
– a menudo, la población local confía más en personas externas, por la corrupción, el amiguismo, la incompetencia, o por ser de etnias enfrentadas.
– la experiencia y conocimiento que puede aportarse, habiendo conocido otras experiencias de otros países es algo que un consultor/a local difícilmente puede tener. También el acceso a fuentes y a consultas con una red de profesionales es más fácil por gente externa.

El peligro de un consultor desplazado es llegar a creerse importante, no ser autocrítico, dejar de aprender y creerse listo por ser demasiado escuchado…. También dejarse llevar por el cansancio, la desidia generalizada, el atractivo o el espanto del lugar y no hacer un trabajo profesional.

¿Cuál es tu experiencia al respecto?